Conozca las historias de los finalistas de Titanes Caracol 2021 en la categoría de Sostenibilidad ambiental y Economía circular.
Sara Samaniego, Ana Inés Vásquez Téllez, Liliana Arango y Luis Fernando Sánchez finalistas en la categoría Sostenibilidad ambiental y Economía circular.
Foto: Cortesía
Una historia de ciudadanía sostenible
Luis Fernando Sánchez Rubio llegó a Cartagena de Indias hace más de 37 años para estudiar la carrera de biología marina y se encontró con una realidad alejada de esas costumbres del Caribe, o que él creía caracterizaban a la región.
Para su sorpresa encontró a personas que no sabían nadar, no buceaban, no navegaban, solo unos pocos pescaban y vivían en la pobreza. Todo esto a espaldas del mar. Esta realidad lo llevó a indagar el porqué de ese divorcio con el mar y sus ecosistemas, que son de una riqueza invaluable y los servicios que prestan estos ecosistemas al ser humano.
En esa búsqueda se dio cuenta de que había varios intereses de personas que no querían cuidar la naturaleza, sino hacer riqueza y transformar esos espacios en lugares de lujo, y en ese proceso desplazaban a las comunidades obligándolas a dejar lo que conocían y buscar otras opciones para sobrevivir.
Por eso, cuando empezó a desempeñarse como funcionario público en el cargo de jefe del Parque Nacional Corales del Rosario, por seis años, entendió las realidades que se vivían y se propuso ser parte del cambio. Ahí nació una empresa de estudios ambientales, luego se desempeñó como docente de varias universidades en las cuales aún continúa y más recientemente “creamos la Fundación Planeta Azul Caribe junto con mi esposa y mi hija”.
Con ella hemos podido dejar un modelo robusto, de cambio, que acaba de ser respaldado como trabajo de investigación con la tesis de doctorado de la Universidad Nacional para que las comunidades, empresas y el equipo de profesionales que armamos podamos mostrar la manera de solucionar los problemas con pequeños proyectos, los cuales van de la base de la pirámide hacia arriba, contrario a los macroproyectos que la ciudad ha soñado desde hace tantos años y que nunca se cristalizan. Es un proyecto para trabajar en equipo, pero sobre todo para dejar un legado como familia, un aporte a lo que tanto amamos y hemos disfrutado”, concluye Luis Fernando Sánchez, su fundador.
Por el medioambiente y la sociedad
“Marce la recicladora” es un proyecto que se ha convertido en una iniciativa efectiva en el área de educación ambiental, generando un gran eco en la sociedad colombiana por la manera como logra relacionarse con sus seguidores, pues a través de un lenguaje sencillo y gracioso, pero a la vez muy preciso, les enseña a separar los residuos correctamente. “Marce la recicladora” actualmente tiene una comunidad creciente, con más de 202.000 seguidores en Instagram, 114.000 en Facebook y 52.000 suscriptores en Youtube.
Además, desde 2020 se creó la Fundación Reciclando Amor, la cual busca dar apoyo a recicladores, como iniciativa de Sara Samaniego, comunicadora e intérprete de “Marce la recicladora”, y Carolina Cáceres, publicista, con el único propósito de ayudar a los recicladores con diferentes programas de ayuda alimentaria, económica, psicológica, emocional y de acompañamiento.
Con la Fundación Reciclando Amor, el reto más grande es crecer y lograr conseguir alianzas y patrocinios con el fin de generar un apoyo constante a los “reciclamores” para su bienestar a partir de los distintos programas que esta ofrece”.
Con este proyecto, las experiencias más significativas han sido de la mano de los “reciclamores “, porque son la fuente de inspiración y nos enseñan a diario sobre el amor y cuidado por el planeta, sobre la valiosa labor que hacen desde el corazón. Es muy significativo tener la oportunidad de conocer a los “reciclamores “, de distintos lugares del país y recibir de ellos una sonrisa, un abrazo, unas palabras reconfortantes y muchas reflexiones, porque a pesar de las situaciones difíciles que muchos atraviesan, siempre están con la mejor intención de seguir adelante. Finalmente, ese es el propósito: visibilizar a los “reciclamores” y sensibilizar sobre el medioambiente”, relata Sara Samaniego, quien en 2019 le dio vida a la primera youtuber recicladora del país.
Una apuesta por la seguridad, el medio ambiente y la soberanía alimentaria en la zona urbana
“Al hacer conciencia de que todos tenemos materias primas en nuestras casas, barrios y ciudades que pueden servir para otros usos, y al recordar lo aprendido en el colegio INEM Custodio García Rovira, en Bucaramanga, donde nos enseñaron el aprovechamiento de la materia orgánica y su transformación e implementación a la agricultura urbana, me inspiré para realizar un proyecto con el aprovechamiento de los recursos en mi barrio y así beneficiar a mis vecinos y dar solución a una problemática de basuras que afectaba la seguridad y la soberanía alimentaria para las familias. Así enseñamos a las personas cómo aprovechar los residuos de sus casas y utilizarlos en las huertas. Con ello, en estos veinte años, hemos podido ayudar a cerrar brechas y promover el cuidado del medio ambiente, la soberanía alimentaria y promover hábitos que cuiden la salud y el ambiente”, dice Ana Inés Vásquez, quien lidera la iniciativa.
“Ahora los retos que tenemos son: hallar mecanismos de convencimiento para lograr vincular a más comunidades en talleres de formación y prácticas en siembra, manejo de cultivo y producción de alimentos sanos y saludables.
Entablar conversación con los gobernantes, empresas públicas y privadas e inversionistas que puedan ofrecernos apoyo para llegar a más familias. Enseñar a las nuevas generaciones las bondades del proyecto y su aplicación en la ayuda de mitigación de hambre cero. Y lograr que los niños realicen sus propios platos saludables utilizando los productos obtenidos de las huertas”.
Por un mar que esté vivo
“Guardianes de los mares” es un proyecto que consiste en formar a personas de la comunidad del golfo de Tribugá (Nuquí), a los jóvenes de la escuela de surf y a los pescadores, inicialmente, como buzos y luego en la especialidad de extracción de artes de pesca abandonadas y monitoreo de corales.
Así, viajar al fondo del mar con un equipo de buceo y con las herramientas necesarias para extraer las redes fantasmas y líneas de pesca que atrapan ecosistemas marinos y a los animales que habitan en ellos, además de limpiar los fondos, monitorear los corales y mantener en buen estado los viveros o salacunas y los riscales de pesca artesanal.
“Esto nació en 2016 por mi trabajo como guía de buceo, en una inmersión encontré en un riscal (roca de pesca y buceo), una red o malla de pesca abandonada que estaba completamente extendida como un gran manto sobre la roca, tapando toda la vida que había dentro y no permitía que los peces llegaran a la estación de limpieza. Ese manto era como un cementerio gris donde quedaba poca vida.
A partir de allí comencé a buscar ayuda con amigos y organizaciones que donaran dinero para el trabajo o que se vincularan aportando gasolina o lanchas, y de esta forma descender y extraer las redes.
La iniciativa no es una idea descabellada, sino una propuesta que está haciendo que la población sea parte de la solución y no del problema. De ese modo llegué hasta aquí”, señala Liliana Arango, instructora de buceo CMAS.
Autor y fuente https://www.elespectador.com/especiales/cuidado-del-medio-ambiente-y-recirculacion-las-claves-para-un-futuro-sostenible/